Prohibido el paso

¿Qué estaba prohibido? Me importaba bien poco. Me salté la norma por donde no se ve la luz del sol. Y es que Regina me estaba tocando las narices, algo más se tramaba a parte de que hubiera hecho una maldición y todos los demás andaran seniles. Es por eso que quería ver lo que había en su cripta, lo necesitaba, no añoraba. Necesitaba meterme en su vida, para no solo destruirla, si no destapar lo que ella estaba haciendo. Como manipulaba a toda persona que se le ponía en medio, opinaba diferente, o le caia mal, como le pasaba con Mary Margaret. Salté la valla de la cripta, al lado del cementerio oscuro en aquella noche, en el que el frio calaba mis huesos. Yo necesitaba antes de nada, sobre todo estar con mi hija. Todos los días la veía generando en mi una frustración demasiado grande. El dolor de verla y que ni me mirase, que ni me recordase, era algo que no podía permitir, que ella no supiera nada, y sentirla tan lejos, era la peor de las condenas, sin duda. Deseaba matarla, aun que rompiera las leyes del pueblo, pero al menos tenía que decirla que yo lo sabía todo. La había visto entrar en la cripta así que no dudé en entrar al lugar. Abrí la puerta pesada de la cripta, y escuché un ruido. El lugar era ostentoso, macabro oscuro. Pero no me daba miedo, era mas temerario el hecho de no tener a mi hija conmigo, eso si era horrible. Bajé las escaleras y la vi de espaldas, de espaldas a mi. No hice ruido, quería ahora asustarla yo, así que fui muy sigiloso.

Su cuerpo yacía sobre la tumba de cristal, su rostro perfecto, lo había conservado como una joya, un recuerdo de lo que había sido lo nuestro. Estaba delante de su cuerpo acariciándolo en un sollozo. Había bajado como otras veces a dejar las flores en su pecho, en un sollozo , lo abracé besando sus fríos labios. No podía respirar  a veces el dolor se quedaba en mis fosas nasales cuando aspiraba fuerte, y mis lágrimas eran capaz de cubrir parte de su cuerpo. Sollocé despacio secando mis lágrimas por que además había escuchado un ruido, no creo que nadie fuera capaz de colarse en la cripta, por que si lo hacían tendrían consecuencias. Me giré despacio porque noté como una mirada estaba en mi nuca. Me sentía en ese momento como una niña pequeña a la que le habían sorprendido haciendo alguna maldad. Y cuando le pude ver me quedé paralizada, porque recordé cuando tuvo la brillante idea de hacer sobrevivir a mi prometido, de manera fallida, y mejor aun mintiéndome. Me giré a el, era Jefferson y corrí una cortina que tenía delante del cuerpo de Daniel, de color morada, nunca dejaba el cuerpo a exposición de la gente. No pudo darle tiempo a verlo, ya que esta cortina estaba casi a la mitad.

- Que hace usted aquí - Dije mirándole con odio después de colocar bien la cortina.

Vengo a dejar claras las cosas la observé con rabia, después de todo aun que tuviera una buena casa, un buen hogar, estaba demasiado molesto por todo lo que me estaba pasando, sin duda. Apreté los dientes fuerte, extrañaba a mi hija demasiado. - Sé quien eres-le dije finalmente con un halo de locura perecedera. - Sé quien eres y que es lo que planeas y no te vas a salir con la tuya, por que tu maldición será rota, desde luego Confiaba en la chica, es decir en la muchacha nueva que había llegado al pueblo. Ella y Henry serían capaces de desentramar lo que la Reina había planeado para nosotros. Estaba sufriendo demasiado, y no quería eso.

Había grietas en mi malidición lo cual me ponía de los nervios. Una de esas grietas la tenía delante ahora mismo. Tenía memoria, mucha gente me odiaba como alcaldesa, pero este odio iba a más . Esbocé una sonrisa mientras me acercaba a el con tranquilidad, observando su mirada desquiciada. Nunca asumiría la realidad bajo aquella atmosfera maldita que yo misma había creado. - No sé de que me habla- comenté - Pero no debe acosar a la niña que cree que es su hija, por que claramente no lo es. Supongo que no querrá verse metido en un lio de juicios.- Ni pestañeé pero era tan gracioso verle ofuscado, y lo estaba, vaya que si lo estaba demasiado. No podía ayudarle para nada en el tema de su hija, en este mundo no lo era. - He recibido quejas, de la gente, sobre tu forma de espiar- En realidad me podía imaginar, que claramente eso, y solo eso era lo que le afectaba de verdad, ya que sabía bastante de su vida. Nos habíamos cruzado demasiadas veces en la vida.

No pude repirmirlo. Le tomé de el cuello llevando mi mano a su sexo - ¿ No entiendes el que? ¿ Tengo que hacerte un mapa maldita zorra? Me has quitado lo que más amo, ten por seguro que te quitaré lo tuyo de nuevo.- Solo tenía que esperar a que ella se enamorara de alguien por eso me iba a unir a su madre, para poder estar confabulado y poder hacerla sufrir hasta más no poder por que quería mi venganza. Mi hija estaba a dos manzanas, sin mi, y eso era doloroso, más que cualquier cosa, pero ¿Qué iba a comprender una mujer que no tiene un hijo de manera natural? . Apreté su cuello y la empecé a forzar hasta tratar de meter mi mano dentro de sus bragas - Ya me he hartado de sus juegos majestad- Ya me daba igual todo, estaba actuando de manera instintiva, no la iba a dejar así tan ricamente después de el dolor que me había infringido.

Noté la presión de su mano sobre mi cuello, y después me aturdí demasiado cuando noté su mano entre mis piernas, entonces comencé a gritar - ¡Estas loco! - Ya había jugado mal sus cartas, y eso me encantaba, que intentara violarme era algo que me estaba dando mas alicientes para estar a mi favor. Comencé a temblar asustada por sus actos pueriles. Mordí su hombro cuando empezó a masturbarme y comencé a gritar más desesperada, pronto alguien de la policía entraría a Ayudarme seguro. Si ya estaba loco, ahora estaba más aun debido a que no podía recordar a su hijo. Me estaba dando asco, pero era un gran aliciente para que Jefferson estuviera en el hospital y dejara de importunarme de la manera que lo hacía. Era un fastidio que algunas cosas salieran como yo no quería, es decir, no me gustaba que de pronto notara grietas en mi maldición, que alguien tuviera memoria era algo que no me agradaba para nada. - Sueltame- dije mientras notaba como me tocaba los labios de mi sexo.

No la dejé de masturbar, pero que gritara, era un problema bien grande, por eso, mientras la masturbaba duro, comencé a tapar su boca forzándola contra la pared. Pude notar el calor de su depilado coño, y mi miembro se puso cada vez mas duro. No pude reprimirlo, me lo saqué de la bragueta y comencé a masturbarme duro en frente de ella sin parar. Ahora la tenía donde yo quería - Vas a ayudarme con Grace- dije en un susurro cerca de su oido mientras bajaba sus bragas con destreza con una mano. Finalmente pude entrar en ella - A ver alcaldesa, como se defiende sin magia- Mordí su cuello cuando pude entrar en ella con mi miembro duro, y noté la calided de la temperatura corporal de la reina - Debí hacerte esto en el bosque encantado. Aquí no eres nada...solo una puta alcaldesa corrupta- La embestí varias veces. Me excitó verla temblar, cuanto más temor sentía más me gustaba joderla duro. Y así comencé a empotrarla más contra la pared.

No sabía que me iba a sentir tan indefensa, empecé a respirar fuerte notando su dureza. Y comenzó a dolerme tanto que no pude evitar soltar unas lágrimas. Me las iba a pagar en cuanto pudiera, porque esto no se iba a quedar de esta manera. Comencé a a sentir como mis funciones motrices no respondían a lo que deseaba hacer, que era darle una patada en los huevos. Y no pude hablar, por que pronto me dejó de manera que no podía hacerlo. Sentí que la cabeza se me iba hasta quedar mareada completamente sumida en un dolor doble, el de el recuerdo. Me recordó a Leopoldo, cuando se colaba en mi habitación y me decía " Me recuerdas a tu madre" en un jadeo asqueroso que me hacía vomitar. Sentía mi cuerpo como una marioneta dormida, y caída sobre los hilos de aquel loco que no mentía pero yo en cuanto pudiera haría lo posible para declararle loco, de momento ya había quebrantado la ley... y me estaba forzando.

Cuando noté que no respondía, que realmente era como una muñeca, me corrí en su vientre suavemente dejando caer todo mi ser sobre ella. Y me separé, despacio para despertarla - Vamos Alcaldesa, no se quede así, deben verla bien y sonriente- desquiciado me vestí para marcharme en del lugar justo cuando escuchaba ruido. Entonces me alteré demasiado, me alteré y supe como escapar por la ventana sin que nadie me pudiera ver como la había dejado, necesitaba tomar el aire, respirar hondo y para ser honestos, tratar de liberar aquel dolor de no tener a mi hija, no encontraba mejor manera de profanar a la Reina Malvada. Corrí por la calle algo descolocado sudando, aun oliendo a sus sexo encarnado, a decir verdad, follarmela había sido algo muy bueno, no podía negarlo. En el bosque encantado tenía poder, pero aquí no tenía demasiado. Así que tenía mucho más que ganar que de perder, todo por conseguir descrubrir la verdad, no podíamos vivir así más tiempo.