El misterio [ Gold]

Bella no había dormido nada. La señor Mills y su diario eran intigrantes, y no podía reprimirse lo había leído y se había quedado de pìedra. Las historias los sentimientos mostrados en aquel papel viejo,  todo parecía producto de una imaginación tan abierta como lo podía ser de Henry. Imaginaba que la señora Mills no había leído más de la mitad. Sin embargo, la joven, no encontraba la solución en ningún dato de libros antiguos. Por eso se encaminó a la tienda de el hombre que le había ayudado con la Biblioteca. El señor Gold era muy respetado, tanto como la Alcaldesa, a el medio pueblo le pagaba el alquiler, incluido el local de la abuelita. La castaña se puso su chaqueta, y se dirigió a la tienda de Gold  llamó al timbre por que la puerta estaba cerrada y aun que tomó el pomo esta no se podía abrir ni por asomo. Lo hizo de manera delicada, en la tienda no ponía el cartel de cerrado, pero aun así permanecía. - ¿Señor Gold?- susurró la castaña con bastante cuidado por no molestarle, pero estaba tan curiosa por el libro que no podía reprimir la cuirosidad de si el sabía algo o podía ayudarla, después de todo el era experto en antigüedades.

Estaba terminando de comer, a veces me gustaba hacerlo en la tienda mientras observaba las reliquias que poseía sin dudar, eran una maravilla tenerlas además sin que nadie absolutamente las reclamase. Era el precio de la maldición. Había tanteado a la Alcaldesa, en cuanto a ver si tenía memoria, pero no había tenido suerte. Esbocé una sonrisa cuando tras la puerta pude ver la silueta de Bella. En ese momento me puse algo nervioso, coloqué mi corbata, había olvidado poner el cartel  de cerrado, pero aun así que fuera ella no me importaba. Es más tenía mucho deseo de que ella fuera quien solicitara mi ayuda, después de todo la conseguí la biblioteca. Me acerqué a abrir cuanto me limpié los labios y esbocé una sonrisa de oreja a oreja que no podía reprimir. Era horrible tenerla y que no supiera quien era, pero era un precio que debía pagar.

- Señorita French, ¿En qué puedo ayudarla?- pregunté con respeto emocionado en el fondo de que me necesitara de nuevo. No sabía que le podía pasar pero estaba por supuesto deseando poder ayudarla de nuevo. - ¿ Va todo bien en la biblioteca?-

Nunca había encontrado nada igual de hecho, lo confesaba la castaña estaba muy nerviosa debido a el desubrimiento de aquel diario. Lo sacó despacio, lo había envuelto en un plástico y suavemente lo sacó para que no se estropeara - ¿ Puedo pasar? - comentó mientras miraba al amable hombre que le había conseguido la biblioteca. El había sido muy amable, demasiado para ser esáctos, y ella no sabía como darle las gracias por todo aquello. Sin embargo sobre la preciosa Bella estaba el echo de que su padre estaba siendo demasiado déspota y no la hablaba, espina que tenía clavada en su interior. Esperó que el hombre la dejara pasar con un rostro impaciente y lleno de deseo, es lo que más quería en ese momento. Quizás el pudiera solucionar parte de el asunto de Cora, al tener mucho contacto con las antigüedades del pueblo.

Su visita era inesperada, sin embargo me encantaba, lo cierto es que me apetecía verla, y agradecía poder verla. Había peleado demasiado con la Alcaldesa para poder conserguir que abriera la biblioteca. Pude observar que Bella quería mostrarme algo. eso me generó bastante curiosidad , me quedé mirándola dejándola pasar tocando levemente su espalda. - Pareces inquieta ¿Qué es lo que llevas ahí? - comenté mientras miraba aquel libro que tenía en esa bolsa de plástico, tenía pinta de ser importante. Ya me moría de ganas de saber, por que Bella era una mujer muy inteligente y no esperaba nada menos que aquello. Que hubiera encontrado algo, nada mejor que haber descubierto algo, quizás algo que denotara el mundo del bosque encantado.

La castaña le dio el diario de Cora sin vacilar, - Es de la madre de Regina- dijo mientras se colocaba la ropa suspirando, pues había intentado dar con la solución pero era imposible. - Al saber que bueno... usted es experto en ese tipo de cosas , no he dudado ni por un segundo de traérselo. Después de todo usted me ha ayudado mucho.- No comprendía mucho las razones de la ayuda, pero lo valoraba mucho. Esbozó una sonrisa amable al dueño de la tienda esperando la respuesta, aun que si ella no sabía nada de como podría haber encontrado ese libro, ni como tenía la letra de ella,  era todo demasiado raro, y sentía nerviosismo por intentar saber y descubrir al menos la procedencia de aquel misterioso diario donde narraba una historia como salida de un cuento. -¿Cree que podrá ayudarme señor Gold?-   

Me reprimí en pegar un salto de emoción, no era cuestión, aquí estaba bastante más comedido, pero estaba bastante contento tenía algo más de el bosque encantado en mi colección. Iba a tardar más en dárselo aun que no tenía demasiado interés en que Cora supiera que tenía algo tan personal, donde posiblemente no hablaba muy bien de mi.  Miré  a Bella y después al mujer - Miraremos a ver que  podemos hacer querida - dije mientras tomaba el diario de Cora y lo ponía sobre una mesa. Abrí delicadamente el plástico par observar la encuadernación, ciertamente esto venía del bosque encantado, cosa que no podía decir a Bella- Ciertamente, es de hace mucho tiempo. Saber de que época es va a ser bastante complicado, tardaré un poco. Pero mientras si le gusta, podríamos tomar algo en Granny´s- Lo había dicho, aun que por dentro me muriera de miedo de hacerlo, lo había hecho, tenía que conquistarla de alguna manera, como éramos antes, aun que me costaba cambiar, y ahora creo que ese cambio no iba a ser factible. Ahora mi misión era Baelfire, desde luego.