Casting Gold

La noche se abría paso en aquel gélido pueblo, iba a cerrar la puerta de mi tienda, cuando la vi después de tanto tiempo después de haber luchado en aquel pueblo desmemoriado me dio un vuelvo al corazón. Era la primera cosa buena que había hecho en demasiado tiempo, conseguirla la biblioteca. Cuando la veía era como si se me olvidara quien era yo. Como si olvidara la primera vez que sentí la oscuridad en mi ser, y lo poderoso que era. Ya no era aquel hombre al que habían roto el corazón, al que llamaban con crudeza " Cobarde" y eso me hacía sentir mucho mejor. Desechaba todo tipo de debilidad en las mujeres menos cuando se trataba de Bella French. Ahora mientras cerraba la puerta la veía caminar hacia su casa, esa que la había propiciado yo mismo, se merecía estar bien. Lo mas horrible de todo a parte de no tener a Baelfire cerca de mi era que ella no me recordase. La memoria de cada habitante de este maldito pueblo dormía como el resto de los días tan idénticos entre si, hasta que Emma, la madre biológica de Henry había llegado. Aun me dolía la pierna recordando ese día en el que decidí no luchar sobre todo por el mero hecho de estar con Baelifre. A veces, solo a veces me proponía no sucumbir a ser un tirano, pero con Regina era demasiado dificil, complicado. No tenía ni idea de si ella tenía memoria, a decir verdad a veces lo dudaba, pero jugar a que eramos otras personas, otra personalidad era como una segunda oportunidad. No la seguí, no quería parecer un psicópata, solo la observé con una medio sonrisa. Había sucumbido a ser el oscuro, había rechazado el amor no solo de mi hijo, si no de ella, este supongo que era el castigo, lo mejor que podía hacer sin duda era ayudarla en el pueblo todo lo que pudiera, aun que eso fuera enfrentarme con la Reina Malvada. Completamente solo, fui hacia mi hogar, una modesta casa que estaba encima de mi tienda, otra noche más, pero un poco más diferente, pues el reloj comenzaba a caminar cuando nunca lo había hecho , señal de que la monotonía se iba a terminar ibámos por defecto si aquella maldición se rompía a simplemente volver a nacer.