happy Ice Cream { Nicholas}

Me había levantado temprano para abrir la heladería. Estaba bastante cansada, por que la noche anterior no había dormido demasiado bien. Habíamos estado hablando mi hermana y yo de esa fobia que tenía a acercarme a los hombres. Y en general fobia a que si quiera se acercaran a mi. No sabría explicar lo que me pasaba, pero era cierto que yo lo pasaba realmente mal. Me llevé la mano al cuello crujendolo, mientras abría las persianas de la Heldería, hoy esperaba que a la vuelta mi  hermana no empezara con el rollo de " Tienes que ser más amable en la heladería" era todo lo que podía ser, por que mi vida no era un lecho de rosas. Tenía que hacer pagos, facturas, y llevar una casa yo sola. Así que, no podía estar feliz las 24 horas del tiempo y tampoco era eso, básicamente era que yo era más adulta quizás de lo que me tocaba ser. Pero cuando tus padres mueren, y solo quedas tu y una hermana alocada, no puedes evitar eso.Así  que comencé el día con una sonrisa algo forzada pero calmada pensando en los consejos de mi hermana. Al subir la persiana detrás de la barra vi como una sombra detrás me asusté  y comencé a caminar muy despacio.

-¡ Quien anda ahí!-

No sabía donde estaba mi hermana, y estaba nervioso. Tenía demasiada hambre, nos habíamos separado, y al menos la manera de entrar de ella a las casas se me había quedado grabada en el subconsciente. Por eso pude entrar a la heladería, y me encaminé detrás de la barra. Allí pasé la noche. Me comí un par de helados, me dolía demasiado la tripa para ser sinceros. Noté como mi tripa sonaba, y se me escapó un gas. Pero conseguí quedarme dormido.
Un rayo de luz entró por la ventana, escuché que entraban, he intenté meterme por la parte de atrás pero cuando me di cuenta ya me habían pillado. Salí con las manos en alto con cara de asustado y la boca llena de helado, el delito impregnado en mis labios. Estaba tan asustado, que un reguero de pipí cubrió parte del suelo y me puse a temblar. Solo esperaba que la Heladera que parecía siempre tan seria no llamara a la policía sería mucho peor. Y no podía estar sin mi hermana, me había hecho pis, y me daba una vergüenza doble el haberme meado de esa manera. Me rasqué los ojos lleno de ternura, esperaba que hubiera algo de humildad en ella, y se apiadara de mi, después de todo solo me había comido cuatro helados.

Un niño en mi heladería, un pequeño con una expresión triste y dolorida en sus ojos. Aquello me enterneció brutalmente, y eso que tenía la fama de ser una chica fría. Pero con mi hermana no lo era. En realidad con mi hermana era puro calor. Solo que con la gente que no conocía, era como si temiera a hacerlo todo mal. La sola idea del tacto me daba repelús. - ¿Qué haces aquí pequeño?- Pude ver como se había orinado en el suelo, pobrecito. Jamás vi a nadie con tanto miedo en mi vida. - Calma, no voy a hacerte nada. Solo que no deberías estar aquí- Desconocía las razones por las que estaba aquí, pero desde luego, me daba pena. No quería hacerle daño, así que me acerqué con cuidado y acaricié su cabello lentamente. Pude ver que se había comido  los helados - ¿ No deberías estar en el cole?  - tomé la fregona y la pasé por lo mojado. Mi hermana ya estaba allí, no era que le gustase de hecho siempre estábamos en trifurcas por eso.

La verdad que el cole no me gustaba mucho. Para ser sinceros, estaba bastante quemado. No recibía mas que acoso por parte de los compañeros. No era feliz, si no iba a veces ni se enteraban. Odiaba ser invisible. Sin embargo esta vez parecía que no lo era.  Junté los pies mientras  fregaba y miré al suelo como si estuviera recibiendo una reprimenda. Extrañaba a mis padres y esas reprimendas que me daban. Era realmente bueno el recuerdo de ellos, cuando no me callaban ni debajo del agua. Sin embargo ahora las cosas eran muy diferentes. Las palabras no me salían, no al menos como una fuente como cuando mis padres estaban aquí. - Espero que me disculpe por los problemas que le he dado. Pero no encontraba a mi hermana ....- No estaba mintiendo, era una verdad como un templo. Miré con ternura a la rubia, parecía mas normal de como se la veía desde fuera.

Me dio ternura. Sabía que a  veces mi seriedad imponía era algo que estaba que era algo que obstruía a algunos niños del pueblo, pero vi en el algo que me pasaba con mi propia hermana. Me ocurría con ella, el miedo a perder simplemente mi hermana era doloroso, demasiado doloroso. Esta vez hice la vista gorda con lo de  el cole, pero me veía obligada a hacer lo moralmente correcto en cuanto a su desaparición. - Debemos llamar a tus padres- dije tomando el teléfono. No querñia meterme en líos con el sherif y me podía imaginar además que su familia debía estar muy preocupada. Al pequeño lo había visto alguna vez, en la heladería, pero siempre mirando por los cristales. Como deseando comer un heladito. Me era muy triste el saber que igual no tenían un duro para comer o algo así. - Puedes tomar un helado- le dije con una leve sonrisa - pero dame el número de tus padres...

De pronto me entristecí. Mis ojos bajaron la mirada al suelo, no podía evitar recordar a mis padres, a mi madre, la extrañaba demasiado de menos, y básicamente es a la que recordaba, dudaba si quiera si nuestro padre había compartido algo de nuestra vida. Me puse muy nervioso, no sabía en realidad que podía responder, y la verdad, me quedé callado por unos segundos. Si le decía la verdad, suponía separarme de mi hermana, y yo no quería eso. Quería estar con hermana, era lo único que tenía.

- No tengo padres- comenté mientras me acercaba a ella con un rostro triste decaído. La sola idea de estar solo sin Ava me daba miedo. - Vivo con mi hermana Ava, en una casa de por aquí cerca, pero no la veo- Era la verdad, mi hermana estaba desaparecida y temía que la hubiera pasado algo. Tenía que encontrarla - Quizás me pueda ayudar- comenté esperando que colgara el teléfono.

No me gustaba como se encontraba el pueblo en realidad, para nada, estaba todo sin un orden. Al menos yo lo veía así que tomaría medidas. Miré con ternura al niño, y me acerqué a el - Tranquilo, no permitiré que te pase nada.- Lo que yo decía lo prometía, no iba a dejar que el pequeño se quedara sin su hermana, y la contraría.  Colgué el teléfono despacio - Dices que vives solo con tu hermana...y no sabes donde está ... - comenté despacio, el pequeño parecía muy asustado. Aquello no iba a ser un día normal, así que procedí a cerrar la heladería, por que ibamos a comenzar con la búsqueda de su hermana, no debía estar muy lejos, así que pronto la encontraríamos y todo estaría bien. Solo que nos niños viviendo a su suerte no me agradaba demasiado. Quizás uno más en la familia no era tan sumamente malo,es más me gustaba la idea. Así mi hermana tenía con quien jugar, porque yo últimamente no estaba muy animada.

Tenía tanto miedo que no pude reprimir las ganas de abrazarla. Me salió solo, por que era la primera vez que le contaba a alguien mi situación y lograba conseguir al menos que me escuchara. La sola idea de perder a mi hermana me horrorizaba, y ella parecía entenderlo. Imagino que era porque también tenía una hermana, que por cierto era muy diferente a ella, quizás mas vivaz puede ser o algo similar. Asentí entre sus brazos como si todo se fuera a derrumbar, necesitaba sentirme protegido, por los años que había tenido que lidiar sin madre. No sabía superarlo ni por asomo, me sentía terriblemente solo, y eso era algo que no podía soportar, en cierta manera haber vivido sin madre me había afectado demasiado, según algunos médicos que me vieron antes de estar viviendo con mi hermana en una casa abandonada.

- Gracias...- susurre-

Era la primera vez que me dejaba abrazar por un desconocio. Y no estaba del todo mal. Tomé su mano - Ahora debemos ir a buscarla- Seguramente la encontrariamos en algún parque, así que tenía experanza. Intentaba hacerlo algo más divertido para que el no se sintiera agobiado - Seguro que está en algún lado escondida, no te preocupes.- Después de aquello hablaría para poder hacerme cargo de los dos. Después de todo aun que no me molestase, me veía obligada a ello, así que accedí a tenerle en mi hogar junto con mi hermana. Ahora seríamos 4. Salí por la puerta con el crío para empezar caminar y encontrar a su hermana.